La eliminación del Barcelona en Champions ha sido un palo tan duro como inesperado para la plantilla culé. Hace poco más de 20 días, el conjunto de Luis Enrique estaba considerado como el mejor equipo de Europa e iba lanzado a por su segundo triplete consecutivo. Todo se ha venido abajo en un abrir y cerrar de ojos..
16.04.16: La gestión del fracaso de Luis Enrique . Diario Marca
La principal misión de Luis Enrique es recuperar el estado anímico de un equipo muy tocado. “Hay que pensar qué puede hacer cada uno por el equipo en vez de qué puede hacer el equipo por él”, dijo el técnico en rueda de prensa después de la derrota de Anoeta. Era el comienzo de la terapia psicológica. “Una parte fundamental del proceso es ver qué ha hecho cada uno y qué más podría haber hecho por el bien del grupo. La superación viene por la comparación con uno mismo”, dice Lidia Sánchez, psicóloga clínica en el Hospital San Rafael. Una comparación con uno mismo que el técnico utilizó perfectamente en la gestión de los egos del tridente.
Oriol Mercadé, psicólogo deportivo y director de AltRendiMent, incide en este concepto: “A un jugador no se le puede exigir que la pelota entre, pero sí que controle los kilómetros que corre, la intensidad que pone en el esfuerzo o la actitud en el campo. De lo que se trata es de que no baje el rendimiento individual”.
Examen de conciencia
Lo que debe hacer el futbolista es un examen de conciencia y no buscar causas externas como culpables del fracaso. “Esto se llama el trabajo de las atribuciones externas e internas. Aceptar que lo que ha pasado ha sucedido porque se han desviado de los objetivos personales”, añade Mercadé.
Uno de los problemas con los que se encuentra Luis Enrique es que la terapia tiene que ser tan eficaz como rápida. Mañana llega el Valencia en un partido clave que marcará el futuro de la Liga.
“El concepto que nosotros denominamos de resilencia trata de eso. De recuperarse rápido del golpe moral que ha supuesto la pérdida de un partido o la eliminación de una competición importante. Aparecen sensaciones de frustración o fracaso. El jugador debe entender que no es una tragedia y que el fracaso es parte del proceso”, dice Sánchez.
Un fracaso que ha llegado en un contexto de excesivo optimismo ante los excelentes resultados. “Las expectativas seguramente se habían distorsionado. Y eso a veces hace que se crean mejores y se minimice el esfuerzo a realizar”, prosigue la doctora.
El entorno también influye. Parecía imposible perder ante Real y Atlético. “La gente está en trance. Se le había vendido que ganarían sí o sí y no estaban preparados para la derrota. La Prensa es resultadista, pero el vestuario no puede vivir así. No hay que caer en la trampa resultadista porque las piernas se bloquean y entrarían en una montaña rusa que sería un descalabro psicológico”, dice Mercadé.
El discurso para la plantilla debe ser otro: “Hay que recuperar la confianza insistiendo a los jugadores que si hacen bien las cosas hay un 85% de posibilidades de ganar el doblete. Es importante no hablar del 100% porque es una presión extra y si las cosas van mal el cerebro no lo acepta y la ansiedad se dispara.”